Esta vivienda se ubica en una ladera colmatada de pinos y con unas vistas espectaculares sobre el castillo de Biar. Se plantea como un volumen longitudinal que al avanzar queda empotrado o «varado » en la montaña, de manera que toda la planta baja de la vivienda se encuentra al mismo nivel y es la montaña la que sigue su pendiente, absorbiendo parcialmente a la vivienda quedando semienterrada.
Únicamente dos volúmenes sobresalen de este volumen longitudinal, el de la cocina, que avanza del plano de fachada buscando las visuales al castillo y el único volumen en planta primera, que a modo de torre vigía, alberga un espacio diáfano que tendrá un uso polivalente, lectura, juegos o simplemente contemplación.
El resto del programa es una sucesión de espacios a lo largo de un corredor que finaliza en una escalera que nos conduce al plano superior.
En la zona vinculada a las estancias de día, salón comedor y cocina se suceden unas terrazas a modo de plataformas adaptándose a los niveles del terreno, que permiten disfrutar del paisaje y nos vinculan el interior de la vivienda al extraordinario paisaje circundante.